Una indicación de lo que puede seguir es la identificación de las protestas con la gestión gubernamental de Díaz-Canel. Su incapacidad para detener las protestas y la condena tanto interna como externa por su llamado a la violencia lo ha debilitado políticamente. Siempre se supo que Díaz-Canel no era mas que un títere y que su rol es de velar por los intereses de la real clase gobernante, los históricos y sus familias.
Basado en esto estoy convencido que en los próximos meses lo estarán poniendo en el plan pijama. Tal y como hicieran con figuras como Robaina, Laje, Aldana y Pérez Roque por sólo citar algunos. Con la destitución de Díaz-Canel, el régimen le daria un argumento a sus aliados que la Revolución es capaz de rectificar sus errores y que el problema no radica en el sistema sino en algunos individuos acomodados, corruptos y lejos ya del día a día del pueblo. Sería sustituido por otro títere o por uno de los herederos de los Castros.
Esta jugada política le compraría unos años de vida más al régimen. Mientras la represión, el hambre y la miseria aumentaría para el pueblo.