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viernes, 25 de junio de 2010

¿Tirania?

El argumento de que los EEUU esta viviendo bajo una tiranía o va en ese camino bajo la administración de Obama, me resulta totalmente ofensivo. Este argumento es el motor que ha energetizado a la extrema derecha norteamericana bajo el manto del “Tea Party”.

Considero este argumento insultante no por que sea partidario del partido demócrata o de Obama, sino por que nací y me crie bajo la bota de una dictadura militar. Por que se de primera mano lo que es vivir bajo el miedo, la censura. Por que se el precio que se paga por rebelarse contra un regimen totalitario, que ejerce un control ferreo sobre cada aspecto de tu vida y que tiene mas que definido los patrones de conducta aceptables. A noventa millas de este pais exisiten cientos presos de conciencia. Los mismos no son mas que periodistas, activistas e intelectuales que simplemente de una manera u otra se manisfestaron en contra del gobierno imperante en su pais. De lo único de lo que se les puede acusar es el de exigir en Cuba la libertad de expresión y de asociación.

Seria bueno mostrarles a esos que proclaman en manifestaciones justo al frente de la Casa Blanca que se les estan violando sus derechos, fotos y videos de las palizas, detenciones e improperios que reciben las Damas de Blanco cada vez que marchan pacificamente pidiendo la libertad de sus esposos e hijos. Seria tambien bueno enseñarles la historia de algunos disidentes cubanos como la del Dr. Oscar Elias Biscet defensor de los derechos humanos en la Isla, la del Dr. Guillermo Farinas todavía en huelga de hambre reclamando la liberación de los presos políticos cubanos y por ultimo la historia de Orlando Zapata quien muriera en las cárceles cubanas después de 85 días de huelga de hambre.

En resumen el argumento que vivimos bajo una tiranía no creo que tenga validez, no es mas que una herramienta de propaganda mediática en contra de la administración. No es mas que una manera de manipular a través del miedo. No creo que mi sentimiento sea único imagino que todo aquel que vivió bajo una dictadura ya sea de derecha o izquierda se sentiría igual

miércoles, 9 de junio de 2010

No Dejen Morir a Guillermo Fariñas!

Articulo sobre Guillermo Fariñas escrito por Luis González

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Trinchera Digital

¡No Dejen Morir a Guillermo Fariñas!
Por Luis González-Lalondry

Cuando escribo estas líneas, hace 67 días que Guillermo Fariñas está en huelga de hambre. Un hombre que ha tenido que soportar otras huelgas similares, es casi seguro que lentamente marcha rumbo al martirologio, como se marchó Orlando Zapata Tamayo y como se despidió de la vida Pedro Luis Boitel y numerosos cubanos más.

Por experiencia sé lo que representa una huelga de hambre, porque en 1967 terminé, después de varios días, una que me hubiera llevado a la tumba, a los pies de la estatua ecuestre del Apóstol José Martí, en el Parque Central de Nueva York, junto a dos compañeros más: Armando Llanes y José Ramón Egues. Casi me provoca un infarto cardiaco. Y es que una huelga de hambre no es para morirse como consecuencia de ella, sino para presionar y sacarle provecho propagandístico en favor de la causa que se defiende. Y Fariñas desde hace más de dos meses es el centro de atención del mundo entero. ¡Ya con eso es bastante!

El valiente villaclareño sabe perfectamente que la dictadura no va a ceder. Lo ha dicho en una de sus reflexiones el tirano Fidel Castro y en ese régimen despótico y brutal, esa es una orden que hay que acatar. Y su hermano Raúl y la recua de sinverguenzas que lo acompañan en el poder, no van a retroceder ni una pulgada, porque ni van a liberar a los enfermos de la Primavera Negra, ni van a permitir la presencia de la Cruz Roja, ni mucho menos la del Relator de Naciones Unidas, como han planteado respetables organizaciones internacionales de derechos humanos.

Primero, porque para ellos sería negar la posición dura e intransigente que ese régimen ha mantenido durante 51 años de existencia. Y segundo, porque como el guapo del barrio, aceptar la petición de Fariñas, para Fidel Castro sería mostrar la cobardía de un tirano cruel y sanguinario, que por mucho menos que la huelga de hambre de Guillermo Fariñas, mandó a fusilar, “sólo para dar un escarmiento”, a tres infelices negros cubanos, Lorenzo Copello, Bárbaro Sevilla y Jorge Luis Martínez, que se habían apoderado de la lanchita de Regla para escapar rumbo a la libertad.

Que me perdone Guillermo Fariñas, pero considero que es una tontería, después de tanto tiempo en huelga de hambre, empecinarse en continuar la huelga “hasta las últimas consecuencias” --como repite muy a menudo-- porque su muerte no va a derrocar el régimen, ni va a eliminar de inmediato la tiranía, ni va a lograr el derrumbe del sistema, ni va a provocar un levantamiento popular en la isla, ni le va a producir un infarto cardiaco a Fidel Castro. Todo lo contrario. Su desaparición significaría un enemigo menos, que como Orlando Zapata Tamayo, prefiere la muerte a continuar luchando desde cualquier trinchera por la libertad de su patria.

El clamor del mundo entero que lo ha estado apoyando hasta ahora, es el mismo clamor para que Guillermo Fariñas abandone esa huelga que ya no tiene sentido, porque aún y
cuando no ha logrado que “el régimen castrista ceda y libere a los presos enfermos”, ha conseguido mucho más que eso. A puesto en la picota pública universal a la dictadura y en los cuatro puntos cardinales del mundo, como nunca se había visto, el gobierno comunista de Cuba es rechazado y aborrecido, inclusive por aquellos que antes fueron sus más furibundos defensores, aliados y amigos.

Morirse ahora no es admisible como consecuencia de una huelga de hambre y mucho menos cuando estamos a unos pasos de la victoria final. Por eso cuando las Damas de Blanco, con todo su prestigio, con una historia de grandes sacrificios, con su reconocimiento patriótico dentro y fuera de Cuba, con sus blancos uniformes de mujeres heroicas, excelsas, de extraordinaria valentía, visitan a Guillermo Fariñas para que abandone la huelga de hambre, que seguramente de continuar se lo llevará a la tumba, más que escucharlas debe obedecerlas, porque también ellas son el “leit motiv” de la causa por la que tanto ha luchado este abnegado soldado de la patria.

Si los líderes de la disidencia interna, si los dirigentes de la oposición patriótica dentro de Cuba, si las voces más prestigiosas de los cubanos fuera de la isla, si las personalidades de Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, si los hombres y mujeres que luchan en el mundo por la libertad de Cuba y que han visto horrorizados la muerte de Orlando Zapata Tamayo, le han pedido a Guillermo Fariñas que abandone la huelga de hambre, sólo faltaría que fueran los propios 26 presos de conciencia enfermos de la Primavera Negra del 2003 en las cárceles de la isla, los que en un documento firmado por ellos o por sus familiares, le pidan a Fariñas que cese en su huelga de hambre, porque más que una derrota para el régimen comunista de Fidel y Raúl Castro, sería un triunfo para su sistema represivo y dictatorial, que tendría con su muerte un opositor menos por el que preocuparse.

Para la causa de la libertad de Cuba, Fariñas vale más vivo que muerto. ¡Por eso no debemos dejar morir a Guillermo Fariñas!
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Luis González-Lalondry es periodista, escritor, combatiente y veterano de Bahía de Cochinos. Por favor, háganle llegar este mensaje a Guillermo Fariñas.

martes, 8 de junio de 2010

La Iglesia y el Carnicero de Birán

Otro articulo del periodista cubano Luis González-Lalondry


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La Iglesia y el Carnicero de Birán
Por Luis González-Lalondry


Lo que muy pocos se imaginaban acaba de suceder: la reunión del cardenal Jaime Ortega y Alamino, representante de la Iglesia Católica en Cuba con el mayoral del gobierno castrista, Raúl Castro Ruz, en presencia del arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García Ibáñez. De lo que allí se habló solo lo saben los reunidos, pues de la conferencia de prensa posterior realizada por el cardenal, únicamente se supo que la reunión fue calificada por él, de “distinta y novedosa en sentido muy positivo”. En resumen, nada de nada.

En cuatro horas conversando se pueden decir muchas cosas y pueden surgir mucho compromisos y aunque Jaime Ortega también dijo en la conferencia de prensa, “que había sido un diálogo sobre Cuba, nuestras realidades, el presente y el futuro”, se concluye, que parte del conversatorio giró alrededor de la desesperada situación de los presos de conciencia, muchos de ellos enfermos y de la posibilidad que algunos de ellos puedan lograr su libertad condicional, a la que nadie debe oponerse, si tomamos en cuenta los años que llevan muchos de esos infelices sin medicinas, sufriendo un trato realmente infrahumano, sin una alimentación adecuada, llenos de enfermedades, en algunos casos incurables, alejados de sus familiares, golpeados, torturados y sin siquiera tomar el sol y respirar aires de libertad.

Para los que sabemos el suplicio de las celdas de castigo, las tapiadas, la miserable vida en las cárceles cubanas y el trato inhumano de sus carceleros, tenemos la obligación moral de darle la bienvenida a cualquier resquicio que permita la liberación de esos compatriotas presos. Pero siempre y cuando sea una libertad sin condiciones, que no comprometa los ideales y los principios que llevaron a esos cubanos a las ergástulas del régimen.

Otra cosa sería aceptar una componenda inmoral entre el gobierno del carnicero Raúl Castro y la Iglesia Católica, que bien podría poner en la calle unos pocos opositores presos, para atenuar la protesta del mundo, luego después del crimen premeditado contra Orlando Zapata Tamayo y la huelga de hambre que realiza Guillermo Fariñas, para después continuar llenando las cárceles con todos los cubanos que protesten y disientan de la criminal dictadura.


El juego de Fidel y Raúl Castro está bien claro. Ninguna institución mejor para acallar las voces de protesta generalizada en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa en estos momentos que la Iglesia Católica y su prestigio universal. Sentarse públicamente a discutir condiciones para liberar a algunos presos, sería, primero ganar tiempo, luego, satisfacer a las Damas de Blanco y a Guillermo Fariñas y, finalmente, aparecer ante el mundo como campeones de “los derechos humanos”, cuando son realmente unos violadores contumaces de los derechos de los cubanos.

Frente a esta maniobra, sólo hay una condición: la libertad absoluta de todos los presos políticos sin excepción. La participación en las discusiones con el régimen de los representantes de la sociedad civil de Cuba. Y si quieren ir mucho más allá, la preparación de una transición sin sangre, que garantice la paz entre lo cubanos, a través de una Comisión de Notables, hombres y mujeres de la isla y del destierro, supervisada por organizaciones internacionales, incluyendo, además de la Iglesia Católica, la Unión Europea, la Comisión de Derechos Humanos de la OEA y la Cruz Roja. Y finalmente, el desmantelamiento del poder que detentan en Cuba, Fidel, Raúl y el Partido Comunista.

La Iglesia Católica y el cardenal Jaime Ortega, no pueden ser los únicos interlocutores entre el pueblo de Cuba, los presos polìticos y el régimen castrista. La posición de la iglesia está demasiado comprometida, siempre en busca de sus mejores intereses. La permanente sonrisita del cardenal en la reunión con Raúl Castro, no dice otra cosa que un absoluto sometimiento o una enfermiza simpatía al dictador, que una vez en el pasado lo envió a la UMAP por considerarlo homosexual.

Por esa razón, no nos hagamos muchas ilusiones. Este no es más que el famoso “un paso atrás” que postulaba Lenín, para obtener ventajas negociando y ganar tiempo, donde los comunistas son verdaderos maestros. ¡Ojalá y nos equivoquemos!

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Luis González-Lalondry es periodista, luchador incansable por la libertad de Cuba y veterano de Bahía de Cochinos.