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jueves, 20 de noviembre de 2008
Al rescate de Detroit
El debate en torno al paquete de rescate a la industria automovilista norteamericana tiene argumentos validos tanto a favor como en contra. Lo controversial de un rescate a la industria automovilista esta en el origen de esta crisis, la cual no es más que la inhabilidad de Ford, GM y Chrysler de competir en el mercado con Honda, Nissan y sobre todo con Toyota. Debido a poca innovación en el diseño de sus carros, a un modelo de negocio fallido y por ceder a las demandas de los sindicatos, las compañías japonesas en estos momentos dominan el mercado automovilístico en los Estados Unidos y las compañías locales han visto sus ventas declinar. Las ventas de carros se han desplomado aun más en el ultimo trimestre debido a la presente crisis crediticia, la cual limita la cantidad de compradores y deteriora la liquidez de estas compañías.
Los que favorecen la ayuda del gobierno a la industria automovilista, temen que el colapso de una de las tres grandes productoras, provocaría un efecto domino y conllevaría al colapso de la industria en general. Y por tanto la perdida de más de dos millones de empleos mayormente en el área de Detroit. Para algunos la solución seria que las compañías se declararan en bancarrota y fueran por medio de un periodo de reestructuración. Pero debido a la crisis financiera global que se atraviesa en estos momentos se creen que les será prácticamente imposible lograr financiamiento para continuar con sus operaciones y por tanto las mismas desaparecerán aumentando considerable en el numero de desempleados en los Estados Unidos agudizando y prolongando la crisis económica.
Un rescate a “Los Tres Gigantes de Detroit” en esencia es un premio a años de pobre administración, a un plan de negocio que ignoraba por completo las demandas del mercado y a su vez es prolongar lo inevitable con el dinero del contribuyente. En las audiencias dadas en el congreso ninguno de los ejecutivos de estas compañías brindaron detalles de cómo planean reestructurar su compañías para hacerlas más competitivas. Como tampoco supieron explicar si los 25 mil millones solicitados en estos momentos serian suficiente para evitar la bancarrota. Desde el punto de vista político, subsidiar estas compañías también es un pago político a los sindicatos. Los sindicatos fueron un factor esencial en la victoria demócrata en las pasadas elecciones y los mismos esperan recoger el fruto de su apoyo con medidas como estas.
Al final del camino cualquier solución que se tome o no se tome será en extremo controversial y tendrá amplias repercusiones. Ambos campos tienen puntos validos y por desgracia todo esta en manos de los políticos en Washington DC.
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